Llega un momento, después de un empacho de datos, de diferencias, de longitudes, recorridos y otro montón de guarismos, que me supera y más aún me la trae al pairo. Yo compro una moto por que me gusta, y ninguna es perfecta, y se podrían hacer de esta o de aquella manera, pero en realidad creo que lo de las motos se parece cada vez más a los megapixel de las cámaras; son todas muy buenas y ninguna vale para todo.
A mí La 9G/S me encanta, y seguramente si tuviera pasta para comprarla: lo primero que haría sería invertir en suspensiones, pero cada día me aburren más los números. Por que además una vez montado en la moto, los números son, en muchas ocasiones, una anécdota que poco tiene que ver con la sensación de nobleza o acoplamiento que encontramos en una máquina y también en sentido inverso puede ocurrir: que no encuentras un estado de gracia con la moto, da igual los caballos, la marca o si esta refrigerada por cubitos de unobtanio criogenizado.
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